FERNANDO NASSAR MONTOYA
Momentos
EL GATO
Las personas que han convivido con un gato saben que un gato no es un animal. Saben que un gato es EL GATO, ni más ni menos. Saben que no aprende, si aprender quiere decir seguir algunas normas y rutinas; no porque le falte la inteligencia y la audacia de los otros felinos, las tiene, sino porque después de miles de años de domesticación parece seguir cuestionando quien debe entrenar a quien y para qué.
Estas personas saben que EL GATO prefiere enseñar y le aprendieron la primera regla inviolable para tener uno cerca: ¡No molestar! Porque un gato hace lo que quiere hacer en el momento que ha dispuesto y no le gusta que lo importunen: es muy cariñoso en su momento de cariño, come en su momento de comer lo que le desea comer, defeca y orina en su momento de hacerlo en el sitio elegido, juega en el momento de jugar, duerme en el momento de dormir. Respecto a la caza, está abierto a las posibilidades.
Las personas que están cerca de un gato entienden que EL GATO no tiene dueño, pero si tiene un territorio muy definido que maneja a su antojo. Por eso, no se le puede guiar: se rebela a las ataduras; tampoco se le debe alejar de sus dominios, le da temor y un gato con temor, puede tornarse agresivo.
Las personas que conviven con un gato, con el tiempo llegan a comprender porque EL GATO ha sido idolatrado. A medida que pasan los días y llegan a conocerlo, sin darse cuenta, también terminan venerándolo.

Foto: Fernando Nassar Montoya. No utilizar sin autorización.
¿Ya no sé nada?
La hiperglobalización me hace olvidar con rapidez lo que aprendí con dificultad; mi conocimiento de repente ya no sirve en la hiperrealidad resultante. Estoy estupefacto por mi incapacidad de asimilar la información que corre fugazmente de polo a polo, de Ecuador a Ecuador; va tan rápido que me pregunto si alguien sabe dónde está porque parecería que todos conocemos de todo, pero, al final, nadie conoce de nada. Porque así me siento: ya no sé nada y me da temor de olvidar quien soy.

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Vuelo
No tengo alas. No tengo la habilidad de levantarme por el aíre y moverme a mi antojo con el aletear de mi cuerpo. No tengo la posibilidad de adueñarme del viento para alzarme en cualquier momento, en un instante, cualquier instante. Pero, tengo mi mente. Y mi mente se eleva cuando quiere, es libre y se mueve sin límites. Alcanza en su vuelo las profundidades de los océanos, las capas más altas de la atmósfera, las estrellas, el sol, y llega a tantos mundos como puedo imaginar.

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En el parque
La ciudad me aísla y las paredes por momentos se tornan en barreras. Quiero ver el horizonte, lo busco, pero se esconde detrás de altas edificaciones ¿a dónde mirar? ¿qué hacer? Ir al campo sería lo mejor: encontrarme con el sol y la lluvia, el pasto, los árboles, los arroyos, los animales. Queda lejos, el tráfico es espantoso y dispongo de poco tiempo. No tengo otro remedio, entonces, que ir a un parque. Con seguridad allí encontré un poco de todo, quizás no será lo mismo, será pequeño y menos diverso. Habrá gente, de pronto mucha que como yo, estará buscan un momento de libertad. Allí, de todas formas, a pesar de los edificios que lo rodean, encontraré lo que necesito por un rato.

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Oficina solitaria
Una nueva realidad: la forma de trabajar cambió en 2020 debido a la Covid-19. Antes, la oficina, por siglos lugar de excelencia del trabajo, fue reemplazada por la casa. Las jornadas se alargaron al tiempo que las distancias se acortaban por las implementaciones tecnológicas. La corbata se cambió por la pijama o la sudadera. No importó el lugar, ni la hora, ni la forma de hacerlo: el resultado era lo prioritario.

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Globalización de la cultura
En cada momento, en cada lugar, se hace tangible la globalización. Los iconos son mundiales y la gente sigue las tendencias de las redes sociales, sin importar distancias o diferencias sociales y culturales.. Ahora, todos, no solo queremos conocer, sino lo podemos hacer.

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Belleza en las tradiciones
En esta imagen la belleza en las tradiciones habla sin necesidad de palabras. Las bailarinas visten extraordinarios trajes tradicionales de Colombia que cautivan nuestros ojos con sus movimientos de colores y luz.

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Cigüeña maguari (Ciconia maguari)
Vivir en Colombia es un accidente de nacimiento muy afortunado si se crece con atracción hacia la naturaleza. Los momentos en los cuales me encuentro en un lugar y tengo contacto con un animal, son mágicos. Nunca se agotará mi fascinación por la sorprendente fauna silvestre que tenemos !Qué musa es esta cigüeña con su tamaño, gran pico y colores intensos!

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Dieciocho días en aislamiento
Mi rostro durante dieciocho días de aislamiento por la Covid-19 en 2020. Un momento inolvidable, para mí, mi familia, el país, la humanidad. Me levanté un día, me vi en el espejo y me di cuenta que reflejaba mi sentir. Y entonces, me llené de valor (se requería). Tomé una foto diaria, con el celular, recién levantado, creo que no tan listo para enfrentar el nuevo día.

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